martes, 3 de mayo de 2011

Eje



Irvington Echechipía ha visto un tornillo en el piso. A decir verdad, ha encontrado la cabeza del tornillo; una cabeza plana, con raya en medio, ajustada a ras del suelo, perfecta. Con el destornillador viejo, el de cachas de madera, Irvington comienza a desenroscarlo.
Poco a poco, en el sótano de su casita junto a la Plaza Artigas, en Durazno, Irvington Echechipía extrae del piso el tornillo más largo del mundo.
Al mismo tiempo, en Jindo, Corea del Sur, en su casita de tejado azul, el joven Gin Gigong observa las burbujas mientras el agua escapa de su bañera por el agujero más largo del mundo.